El concurso de acreedores ha llegado a la vida cotidiana. Los medios de comunicación informan de que clubs deportivos, promotoras y constructoras han entrado en concurso. Y eso por citar algunos ejemplos. De ahí radica la principal cuestión del presente trabajo: la mayoría de las empresas que entran en concurso no salen. El procedimiento en sí ha soportado diversas reformas y el estigma social que lo aboca al fracaso provoca que el empresario posponga la hora de reconocer su crisis empresarial. El retraso en el tiempo elimina alternativas y genera riesgos.
Mgs. Alba Cardil Forradellas, Universidad de Lleida | alba@aegern.udl.cat / [Descargar PDF]